El último escalón

Confesad. ¿No os pasa que lleváis un buen rato en la calle meándoos (hacíendoos pipí, con ganas de mingitar o como lo querais decir) y no pasa gran cosa pero cuando estáis llegando a casa, justo en ese momento, ya no podéis más? Ese último escalón interminable, ese buscar las llaves y la puerta que no abre y el pipí que se escapa. Esas ganas de dejar que salga y a tomar viento, ya echáis la ropa a lavar y os duchais. Esas ganas de rendiros porque ya estáis llegando al final pero parece que no lo vais a conseguir.

Así me siento yo hoy. A punto de tirar la toalla ayer, a punto de dejarme ir. A punto de mandarlo todo a la mierda y luego ya recoger los pedazos de quedaran. Ese momento en el que superas todos los límites y no te ves con fuerzas de dar ese pequeñísimo plus más. Pero aguanté, y os confieso que no gracias a mí sino a una persona que me cogió por banda y me hizo respirar, reflexionar. Le faltó cogerme del cuello de la camisa y darme un par de tortas. Me las dio pero sólo verbales. Gracias L. por ese «cigarrito».

Sólo gracias a sus palabras sigo ahí y me dispongo a subir ese último escalón, ese que me llevará a abrir la puerta de la libertad. Ese que apenas me veo con fuerzas de afrontar pero aquí me tenéis, con todo el ánimo que he podido reunir, dispuesto a cerrar una etapa, a terminar de subir esta enorme cuesta que llevo tanto tiempo afrontando. Y no sé como acabaré. No se si cerraré esta etapa bien, es mi intención y por eso hace tiempo que sigo haciendo este último sprint, pero ahora mismo no las tengo todas conmigo. Quedan 12 horas. Y espero que dentro de ese tiempo pueda celebrar el mejor fin de semana y el mejor comienzo de una época con una buena cerveza con vosotros por twitter.

Vamos a por ello!!