Recuerdos de un antiguo jefe

Yo he tenido en mi vida tres trabajos, sin contar los meses que estuve haciendo la prestación social sustitutoria (la “Mili” de los que no queremos saber nada del ejército). Tres trabajos son tres jefes. Y en mi caso tres formas muy diferentes de ser jefe, cada uno con sus cosas buenas y sus cosas malas.

De mi primer trabajo guardo amistad con unos pocos compañeros. A uno lo veo con cierta asiduidad, de hecho fue uno de esos 3 jefes durante un tiempo, y a otros 3 los veo de manera mucho más esporádica. Una vez al año, más o menos, es lo habitual. Tres personas totalmente diferentes, que tenemos poco que ver más allá de esas referencias pasadas y de que nos reímos mucho juntos, más que suficiente para mantener ese contacto.

Este lunes ha sido una de esas reuniones interanuales. Cada vez se plantean de una forma más rápida. Un par de mails y todo cerrado. Antes nos costaba la vida quedar. En esta reunión, además de las risas, las tapas y un par de cañas, me enteré de que mi primer jefe, el jefe que compartimos tres de los cuatro presentes en la mesa, había fallecido hacía un par de semanas. Y yo me quedé en shock

José María García Villalba, relativamente joven, apenas 70 años, de un día para otro se quedó en la carretera. Un infarto fulminante. Y a mi la verdad es que me ha tocado mucho más de lo que pensaba.

Hacía ya más de 20 años que no le veía, casi 25, pero el recuerdo que tengo de él es francamente bueno. Una persona peculiar, todo un negociante, de esos que les gusta un regateo, un trapicheo, el yo te cambio esto por aquello y tu me das nosequé… para siempre salir ganando.

Insisto una persona peculiar pero que sin duda para mi es un referente de lo que debe ser un jefe. No pretendo desmerecer a los posteriores, pero será como ese primer “amor” que uno tiene del que tanto aprende, que le tengo un cariño especial. 

Era duro tratar a veces con él, imponía cuando imponía, era exigente como pocos, pero te hacía miembro de la empresa. Hacía que sintieras que no eras un trabajador sino una parte de la empresa. Te dejaba decidir, tomar responsabilidades (a un pipiolo de 20 años recién salido de la FP), te daba manga ancha pero sin perderte nunca de vista y teniendo siempre el control en la distancia.

Para mi, uno de esos jefes que seguramente de ser de otra manera hubiera escrito libros de liderazgo o se hubiera estudiado su forma de trabajar. Hoy en día se estila eso, pero él era resolutivo. Con él tonterías las justas. Dinero, hacer rentables las cosas y provocar los menos líos posibles.

Supongo que un sistema de trabajo que sólo se puede permitir en empresas pequeñas como en la que yo estaba. Otras dimensiones exigen otros mecanismos pero el recuerdo que yo tengo es fabuloso.

¿Porqué me fui? Cantos de sirena. Se alegró de que me fuera si era para mejor y me aseguró que las puertas las tenía abiertas si quería volver. No dudé en ningún momento de que era cierto pero no quise volver a pegar a esa puerta.

El 16 de junio falleció sólo en su coche por un infarto fulminante. Y a mi, personalmente, me da mucha pena.

Desde aquí un recuerdo para la persona que me enseñó a trabajar y a la que tanto cariño guardo.

Nos leemos en 7 días con historias más alegres.

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