Había sé una vez, hace muchos muchos años, una empresa de tecnología con nombre de Manzana. Una empresa que, cada cierto tiempo, hacía una presentación en directo donde contaba al mundo sus novedades, maravillas que había creado para asombro de propios y extraños.
Un señor muy carismático, con sus luces y sus sombras como todos los señores carismáticos, siempre vestido de negro y con vaqueros, sacaba un ordenador portátil de un sobre de oficina. Se sacaba del bolsillo un cacharro donde cabían 1000 canciones. Un ordenador que te dejaba ver su interior a través de una carcasa de color cuando cualquier ordenador en el mundo era de ese triste color beige que imperaba en los 90. O cogía de un atril un nuevo teléfono móvil que, en lugar de teclas, tenía una enorme pantalla a color y donde podías ampliar una foto simplemente separando dos dedos.
Ese señor y su corte de magos no siempre sacaban cacharritos nuevos. A veces presentaban solo programas. Una nueva forma de gestionar las ventanas del ordenador, un nuevo programa que te permitía editar tus videos caseros como si fueras un realizador de televisión o crear tus DVD’s para maravilla de tus amigos.
Eran presentaciones en vivo, con público que aplaudía, gritaba y se maravillaba. Con pequeños errores, cosas del directo, pero como ellos decían a menudo “It just works”. Simplemente funciona.
Esta frase era casi un lema, el leitmotiv de la empresa. Lo repetían una y otra vez precedido o seguido por un “Boom!” 🤯 Simplemente funciona. Arrastras la imagen aquí y el texto se recorta a su alrededor. “Boom, it just works”. Era parte de la magia de Apple. Ese integración entre software y hardware, programas y ordenadores, que hacía que todo fuese uno y sucediese la magia. Pero ya no.
Ahora a esa frase habría que añadirle un a veces, un casi siempre o un cuando le salga del chip al Mac para que sea correcta. Sobre todo con todo lo que tenga que ver con la sincronización en la nube. Por el motivo que sea, nunca he sentido que eso funcione en Apple.
Hacer una foto con el iPhone, querer verla en el Mac y esperar absurdamente a que se sincronice. Estando en la misma red, ambos conectados, forzando la sincronización… no hay manera. A veces alguno de los dos dispositivos decide que ahora lo que tiene que hacer es algún proceso por detrás que tú desconoces o que la luna no está en la fase correcta y no sincroniza. Como dice Emilcar, las prisas son para los ladrones y eso no se va a sincronizar porque a mi me de la gana, ya lo hará él cuando considere que ha llegado el momento.
Y es sólo un ejemplo. Con el tiempo me he ido encontrado cada día más momentos de esa frustración de que no funciona. Ni simplemente ni complejamente, no funciona. Al menos no como debe funcionar.
A proposito de Emicar, al que acabo de mencionar, estos días en su podcast nos está contando las tribulaciones y problemas que está teniendo para pasar de un iPhone a otro. Así de sencillo, de un dispositivo a otro quiere migrar y Apple le propone que uno de los dos lea una nebulosa de puntos que le enseña el otro en pantalla y los deje un par de horas haciendo cosas de móviles, pero no. Parece que sí, pero no funciona. Ha hecho dos cambios así, de su móvil a uno nuevo y del móvil que él abandona al de su esposa, y ninguna de las dos ha funcionado.
Problemas diversos, que no te voy a detallar aquí, pero problemas. Cosas que no deberían pasar con productos de Apple. Y cuenta a veces con demasiada tranquilidad, como si fuera normal, que hay gente que pierde sus notas o recordatorios porque sí. Porque un día, sin hacer nada especial, algo falla en la sincronización. Y se pierden. Punto. Nadie da soluciones. Cosas que pasan… pero que no deberían.
Estos detalles, esta pérdida de la magia del tan aclamado “ecosistema de Apple” es lo que hace que lleve unos meses con mi Galaxy S25. Y tan feliz. Porque no siento que haya perdido nada. No siento que aquí no funcione esa magia porque en Apple ya tampoco estaba. Intentar transferir archivos por AirDrop, una de las joyas de la corona de Apple, es maravilloso… cuando funciona. Si decide que no, por el motivo que sea, apaga ambos dispositivos, vete a dar una vuelta, realiza algún ritual que se te ocurra y vuelve a intentarlo pasados unos minutos. Puede que entonces, si los chips quieren, suceda la magia.
La semana que viene, más. Nos leemos en 7 días.