Restaurante

Inteligencia Artificial hasta en la sopa del restaurante. Literalmente hablando

Leía durante la pausa veraniega un artículo en El País donde se enumeran diferentes aspectos en los que supuesta inteligencia artificial, muchos de ellos en realidad no son más que digitalización de procesos, nos van a cambiar la experiencia de ir a un restaurante.

Desde reconocer cuantos somos hasta modificarnos los precios u ofrecernos menús personalizados. Hay cosas interesantes en el artículo y otros que no me parecen ni siquiera correctos, pero la idea de aplicar tecnología, no sólo IA, a los restaurantes, creo que abre un campo totalmente nuevo que aún está por explotar y analizar.

Vamos a ver algunas de las cosas que podrían cambiar de nuestra visita a un restaurante.

Desde la puerta

Antes incluso de abrir la puerta del resutaurante, el sistema podría ir adaptándose a las circunstancias. Imagina una cena de Navidad, época en la que hay mucha demanda, los precios estarán ajustados a esa demanda. Y se adaptarán a medida que la demanda crezca o disminuya de manera automática, como hoy en día hacen los sistemas de venta de entradas para los conciertos.

Hablan del artículo de que una cámara analice quien entra. Si es un grupo, pareja, familia, despedida de soltero/a… y en base a eso se comience a personalizar todo. Yo dejaría eso en manos de un buen camarero y relaciones públicas que introduzca ese dato en el sistema.

Si es cierto que ciertas cámaras podrían reconocer a ciertas personas. Hablo de clientes habituales que hayan dado su consentimiento y ya sean capaces de tener sus preferencias. Dónde le gusta sentarse, si prefiere un camarero u otro, que tipo de comida prefiere… Todo empieza a adaptarse a tus preferencias.

A partir de ahí todo es una experiencia más personal para el cliente. La carta digital se reduce a los platos que se sabe que le gustan o que el sistema piensa, por sus gustos anteriores, que le pueden gustar. Básicamente un algoritmo tipo TikTok aplicado a la carta. Siempre con la opción de verlo completo. Si se trata de un grupo numeroso se ofrecen primero los platos más apropiados para compartir, las bebidas más espirituosas, etc. A una familia le ofrecerá menús infantiles… Así todo.

Tendrás opción de pedir directamente en esa carta digital o llamar a un camarero, que te atenderá gustoso. Será el camarero más apropiado para atender una familia, un grupo de solteros/as o lo que sea. Ojo, que todo se adapta a ti y a las circunstancias. Incluso el precio. Si el bar está más demandado puede que suban los precios, la ley de la oferta y la demanda. Nada escandaloso, que no notes mucha diferencia respecto a lo que pagaste hace un mes, pero puede ser. Si eres cliente habitual, puede que te hagan buen precio sin siquiera pedirlo para seguir fomentando que vayas. Todo estudiando por el sistema y personalizado.

En la cocina

La gestión de la cocina puede ser mucho más automatizada. Desde una gestión correcta y automática del inventario hasta el control de salida de platos.

El ordenador sabe que hay 4 chuletones así que, en el momento en que se pidan los 4, desaparece eso de la carta digital y se anota en la hoja de pedidos al proveedor para tener más. Si el ordenador sabe que los chuletones llevan en la nevera demasiado tiempo y hay que liquidarlos, aparecerá destacado en la carta como plato especial del día, con precio de derribo. Nada de liquidación, se promociona como algo especialmente destacado y positivo para darle salida antes que tener que tirarlo.

Cada plato lleva su escandallo, sus ingredientes. Puede ir calculando todo lo que se utiliza para optimizar pedidos. E igualmente actualizando los precios de la carta de manera dinámica con los costes de los productos que varíen a menudo de precio. Optimizar pedidos, costes, precios de venta… una maravilla como empresario.

Además, hay muchos restaurantes, sobre todo los modernos, donde la presentación es importante. Cada plato puede pasar bajo una cámara antes de salir de cocina de manera que se dé el visto bueno final a esa presentación y no salga nada como no debe salir.

Salud

Ahí entramos en terrenos complejos. Sin meternos en charcos, lo primero que se me viene a la cabeza son las alergias. Supongo que tú también has visto esa lista de alérgenos interminable en casi todas las cartas de cualquier restaurante. Yo no la entiendo pero quien tiene alguna alergia sabrá perfectamente qué símbolos debe evitar. Pues imaginemos que simplemente pulsando en los símbolos de aquello a lo que eres alérgico la carta se actualiza y te muestra sólo aquello que puedes comer, evitando tentaciones.

Y si nos metemos en charcos… ¿Qué tal un análisis nutricional automatizado? Bien con un análisis de sangre o simplemente con esas maquinitas que te dan tus niveles básicos de grasa, líquidos… te propongan menús o platos adaptado a tus necesidades.

Hoy por hoy falta mucho para el sueño Theranos de conseguir muchísimos datos clínicos en minutos con una gota de sangre, pero si llegará, sería perfecto. Falta de vitamina A, te proponen algún plato de zanahoria. Algo de anemia, te destacan en la carta platos de espinacas o carne. Y así todo. Ni que decir tiene los problemas de privacidad que todo esto supone, pero todo es cuestión de una buena regulación.

La experiencia personalizada definitiva

Por supuesto, hablamos de la experiencia definitiva en un restaurante. Puede que hasta te pongan tu música, el olor que te gusta, el camarero con la amabilidad perfecta (o sin camarero), la comida que te gusta y que necesitas. Pagas de manera automática…

Y para el empresario optimización de costes, de beneficios, satisfacción del cliente… La combinación perfecta.

Hablan en ese artículo de lo poco avanzado que está todo esto hoy en día más allá de la carta a través de un QR, en general cartas bastante cutres, y los camareros robots que llaman la atención. Le falta todavía bastante a todo esto para llegar al extremo que te cuento pero…

¿Irías a un restaurante así?

Te leo.

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