Lo de Huéscar

Si me sigues en Instagram, cosa que tampoco te voy a pedir que hagas porque cada día estoy más decidido a dejarlo, tal como hice con Twitter o Facebook, habrás notado que de vez en cuando subo mucho contenido sobre Huéscar. Que si fotos, que si Reels, que si tal o cual evento, que si campos de amapolas (técnicamente esto es en Puebla de Don Fadrique), cascadas… Y lo cierto es que no es un pueblo especialmente conocido. Cada vez que hablo con alguien por primera vez de Huéscar tengo que recalcar la “r” final porque todo el mundo piensa en Huesca, la de Aragón. No tienen mucho que ver.

Mi historia con Huéscar empezó hace unos 6-7 años cuando mi amigo Jorge me contó la curiosa historia de que esa pequeña población de Granada había estado en guerra con el Reino de Dinamarca, todo él, durante cerca de 200 años. Ahí es nada. Que se sepa, la guerra más larga. Así se titula el documental que grabó Jorge, en el que colaboré con algunos planos de dron y apoyo logístico, aparte de dar por saco con los remates finales. Cosas de «militas” 😁😁😁

La cuestión es que para grabar parte del documental estuvimos allí y a mi me encantó el pueblo. Tranquilo, sin tantas cuestas como los que tenemos por aquí, gente amable, con negocios de todo tipo… Me pareció desde el primer momento un sitio perfecto al que emigrar cuando me jubile. Incluso plantearme el irme allí a vivir a pasar mis últimos días laborales si la cosa se terciara, pero por ahora no es el caso. Sólo me echa para atrás la falta de mar, pero no se puede tener a la vez nieve al lado, paisajes otoñales y mar. 

Total, que prácticamente todos los años desde que se estrenó el documental vamos para allá a hacer algún evento con motivo del aniversario de la firma de la paz entre Huéscar y Dinamarca. Por cierto, que obviamente fue una guerra puramente burocrática. Explicado de una forma sencilla: alguien firmo el bando declarando la guerra en solidaridad con el Gobierno de España y nadie se acordó de firmar la paz cuando terminó el asunto. Como siempre hacemos por aquí, el desafortunado despiste se convirtió en motivo de jolgorio y de organizar una gran fiesta hispano-danesa con vino, cuernos (de los que se llevan en el casco y no en la cabeza) y dio lugar a ese documental.

Total, que en esas visitas cada día me encuentro más a gusto con el pueblo y sus gentes. Hasta el punto de que no siempre voy con motivo de esos eventos sino que me doy mis propias escapadas. Voy conociendo personas que merecen la pena y con las que paso grandes ratos, además de disfrutar buena comida y ese frío que tanto echo de menos en Málaga.

La Perla, El Caballo, las cuevas, Antonio, Mar, el Patri, la Casa Penalva, El Akito (el lugar donde quedarse si quieres un apartamento para ti sólo o para tu familia), el museo del cómic… son nombre que se me hacen cada vez más habituales, cercanos y queridos. Sobre todo los de las personas. 

Nada es perfecto en esta vida, no nos engañemos, pero sí que me planteo muy seriamente en más de una ocasión que podría ser mi destino final. Este último viaje he empezado a conocer el entorno natural que rodea al pueblo. El Geoparque, las ermitas, la presa, esos bosques con tanta variedad de marrones y ocres, no podía imaginar que hubiera tantos tonos diferentes de los mismos colores.

En definitiva, que siento mucha afinidad con Huéscar y sus gentes. Por eso a veces saturo mi Instagram con fotos de la zona. Si ves las fotos, espero que te transmitan porqué las publico. Es un lugar que a mi me transmite muy buenas sensaciones. Espero que a ti también y oye, que algún día igual nos vemos por allí.

Nos leemos, como “casi” siempre, en 7 días. 

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