A ver como te cuento esto sin parecer prepotente, sin que suene a falsa modestia o algo así. Porque hoy te quiero hablar de un par de cosas de mi que, en teoría, deberían ser virtudes pero que, en muchos casos se convierten en un defecto o en un problema. Ya me contarás que opinas del tema cuando termine. No son muchos, serán un texto corto.
El primero que quiero destacar es que nunca estoy seguro de nada. A ver, de nada nada, no. Hay cosas que sí pero, en general, dudo mucho. Y a veces no es por desconocimiento sino porque quizás lo que yo sé pienso que no está completo. Sobre esto el ejemplo mas claro es el título de este boletín, la web y demás: Desde mi punto de vista.
Nunca he considerado que esté en la verdad absoluta de nada, soy un ferviente seguidor de que para gustos los colores y de que cada uno tiene su propio punto de vista. Ejemplo del podcast de la semana, para no irnos muy lejos. Estoy convencido de que lo correcto es tener los huevos en diferentes cestos, que ponerlos todos en el mismo te hace más propenso a las catástrofes y a que si hay catástrofe, sea aún más catastrófica. Pero igual tú me puedes decir que no, que teniéndolo disperso favoreces que algún elemento falle. Que teniendo todos los huevos a buen recaudo es como mejor están. Y yo sólo podré decirte que vale.
Lo mismo hasta discutimos, incluso acaloradamente sobre algún tema, pero al final yo acabaré respetando tu punto de vista porque no me considero en posesión de la verdad absoluta, salvo que sea algo matemática. Y a veces ni eso, que con el tema de lo cuántico…
El problema: que la gente puede pensar que no soy una persona de convicciones firmes. Que si dudo de la cosas es porque no estoy seguro y eso me puede restar cierto valor de cara a ciertas personas. También te digo que es algo que estoy dispuesto a aguantar porque más trabajo me cuesta a mi tragar con esa gente que está convencida de todo y que son incapaces ni tan siquiera de razonar o escuchar otra opinión.
El otro problema que te quería comentar es que no me duelen prendas en absoluto en pedir perdón cuando me equivoco. Si cometo un error, ya sea laboral o personal, sin duda te pediré disculpas. A tú y a quien o quienes correspondan. No hay nada más sano que admitir una crítica o incluso que tú mismo te des cuenta de que las cosas no son como pensabas.
Te vuelvo a poner el ejemplo del podcast. Lo comienzo diciendo, una vez dejados los huevos en la nevera, que he cambiado un poco la forma de grabarlo por los comentarios que he recibido. Viene un poco a colación de no creerme siempre en posesión de la verdad pero es así. Si hay que pedir disculpas por enrollarme más de la cuenta y no tener una estructura más adecuada, se piden y se actúa en consencuencia.
Por supuesto me pasa en lo personal y laboral. Si meto la pata con alguien, hago daño sin pretenderlo o cometo un error, en cuanto me doy cuenta pido disculpas. Nunca he pretendido hacer daño a nadie y siempre estoy dispuesto a rectificar y, sobre todo, pedir perdón.
Es curioso, porque es algo que no suelo esperar de la gente. De hecho no sé si llegué a tratarlo en algún podcast o es de esos temas que rondan mi cabeza y no se acaban de plasmar. Hay gente que necesita que le pidan perdón y perdonar. Es una forma de sanar para ellos. También hay personas que necesitan ser perdonadas para continuar su vida. Yo no soy ni de unos ni de otros, pero si pido perdón sin ningún pudor.
El problema: La gente se acostumbra. Se piensa que al final siempre voy a ser yo quien de el brazo a torcer, quien pida disculpas, quien piense que se ha equivocado. Y no. Eso ocurre cuando tiene que ocurrir, cuando siento que me he equivocado, pero no siempre sucede. Hay veces que aunque tú creas que estoy en un error o que he hecho algo que no debía, yo no lo considero así. Es posible que incluso considere que la culpa es de tuya y que esté esperando una disculpa que no va a llegar, porque no todo el mundo las da. Insisto, no la espero, pero no la esperes de mi. Y siento que muchas veces la gente se queda esperando mis disculpas cuando no tocan.
Pues ya está, esas eran las dos cosas que te quería comentar hoy. No sé que piensas tú. Como siempre, tienes mi correo abierto para lo que te apetezca.
Hasta la semana que viene.

