De cadáveres y restos humanos

De cadáveres y restos humanos

Leía el otro día que hace ya 15 años de la muerte del Marta del Castillo y siguen sin encontrar su cadáver. Seguro que te suena el tema, puede que estés bastante más informado que yo porque lo cierto es que a mi esos temas de sucesos, como se suelen llamar, me interesan poco. Diariamente desaparecen y mueren personas y no sé exactamente qué convierte a unos casos en más mediáticos que otros.

Lo que sí me sorprende de este tema es que, 15 años después, la familia sigue buscando su cuerpo, que el asesino condenado por su muerte, se niega a aclarar dónde está.

Esa familia no descansa aún, pese a saber que está más que muerta, conocer prácticamente todos los escabrosos detalles de su asesinato. Lo que le hicieron, como sucedió, tener ya su culpable entre rejas. Al menos esto es lo que ha dicho la ley, por lo que debemos pensar que es así. Sin embargo esta familia, por razones que desconozco pero que no son únicos de ellos.

La ley de memoria democrática

No entro en política en este tema, porque realmente no tengo una posición política definida. De lo que te quiero hablar es de esos esfuerzos que se incluyen en esta ley, que tiene muchos otros puntos, para localizar restos de fallecidos. Exhumar restos en fosas comunes y, con ayuda de muestras genéticas, dar a los familiares los supuestos restos de sus seres queridos.

Personas que en su día fallecieron en el fragor de la batalla. O asesinados a sangre fría en una cuneta y enterrados en una fosa que ellos mismos habían cavado. Hechos deplorables, fruto de unos odios desmedidos entre ciudadanos de un mismo país. En un bando y otro, supongo.

Y de nuevo surge esa necesidad de tener unos restos a los que rezar, enterrar, incinerar o lo que quiera que cada familia haga con ellos. Porque lo necesita, porque es su forma de dar por cerrada una herida abierta que no cicatriza hasta que no dan con un puñado de huesos.

Ejecutado mediante muerte por asfixia

La semana pasada se ejecutó por primera vez a un ser humano mediante asfixia por nitrógeno en EEUU, uno de los pocos países donde aún existe la pena de muerte. Parece ser que hace un par de años no pudieron hacerlo por el método tradicional de una inyección que le duerme y le mata por no encontrarle la vena (inciso: no entiendo como no le pueden encontrar la vena). Había que ejecutarlo como fuera porque hace 30 años asesinó a la mujer de un predicador. Ojo por ojo, diente por diente y vida por vida.

Sé que me dejo cosas en el tintero, como hablar de lo que me parece la pena de muerte, pero es que hoy voy a lo que voy: allí estaban los hijos de la víctima. 30 años después. Dispuestos a ver como sufría(porque es un método que genera mucho sufrimiento en el ejecutado) y moría por lo que le hizo a su madre.

30 años después, esa herida seguía abierta también para ellos y hasta que no vieron ese cadáver y recibieron el certificado de defunción no comenzó a cicatrizar.

Los muertos, muertos están. Y deberían dejar un cadáver bonito

Posiblemente pensarás que soy una persona muy fría pero es que yo no entiendo estos temas, ni muchos más. Para mi un muerto es un muerto. No necesito ver cadáveres, ni enterrar restos. Sé que está muerto y sólo espero superarlo lo antes posible. Me da igual si hay una tumba a la que acudir cada cierto tiempo a pensar en esa persona o no. Me da igual haber visto o no ese cadáver. De hecho, prefiero no hacerlo. No me gusta quedarme con ese recuerdo.

En mi caso, que soy huérfano ya con esta edad, los restos de mi padre están en el cementerio y de vez en cuando paso por allí. No mucho, pero es un lugar que me gusta. Voy allí y me acuerdo de él. Pero me acuerdo muchísimo de él aún sin ir y, si no existiera esa tumba, me seguiría acordando.

Mi madre en cambio decidió ser incinerada y que sus cenizas fueran a un lugar donde corriera agua. Río o mar. Arrojamos sus cenizas en una urna ecológica especial e unos kilómetros de la costa. Se puede decir que el mar es su tumba, pero igualmente no necesito ir al mar para «rezarle» o acordarme de ella, me surge en cualquier parte.

Es fácil escribir

Puedes pensar que soy muy frío en ese sentido pero te aseguro que lloré hasta quedarme seco con sus muertes, especialmente la de mi madre. Lloré durante horas una vez hubo pasado todo. Solo en casa, sin consuelo, sin pensar en nada, sólo sintiendo su pena. Y no necesité ver su cadáver en un ataúd. De hecho, no lo vi. Esa herida cada uno la cicatriza como mejor ve y mi modo fue llorar.

Es fácil escribir de algo que no te ha pasado y tener una opinión en frío pero yo, personalmente, no entiendo esa necesidad de rescatar unos huesos que llevan años en la cuneta o en algún vertedero. O de ver morir a alguien para sentir que se ha hecho justicia. Me basta con saberlo.

Yo tengo que curar mis heridas y tener algo físico a lo que agarrarme no me va a quitar ni un ápice del desconsuelo que pueda sentir. Respeto absoluto por todas esas personas pero soy de los que piensan que esa búsqueda no hace más que anclarte en el pasado. En un tiempo del que hay que salir para poder convertir ese sufrimiento en un recuerdo doloroso.

Como siempre, mi opinión, desde el respeto y desde mi punto de vista. Me encantaría conocer tu opinión al respecto.

3 comentarios en «De cadáveres y restos humanos»

    • Una cosa es no saber qué le ha pasado y otra es, sabiendo que está ya muerta, necesitar ese cadaver, esos restos, esa tumba… Para mi son cosas distintas. Sabiendo que ha fallecido la lloraría igual teniendo una lápida en el cementerio que no. Es mi punto de vista.

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