¿Te has sentido alguna vez discriminado por sentarte solo en un restaurante? ¿Por querer comprar sólo dos patatas en la frutería porque no necesitas más? Cada día hay más ejemplos de lo poco que estamos preparados para la gente que vive sola. Es lo que yo he llamado «solofobia»

En estos días, cuando era pequeño, las vecinas salían a la fresquita a hablar de sus cosas, ponerse al día y aliviar estos calores. Por mi parte, toca irse de vacaciones un ratito, pero te prometo volver en Septiembre con novedades ilusionantes. Si gustáis, nos vemos en Septiembre.