Atardecer

La fresquita

Hace unos días estaba pasando calor, como todos, y ya caída la noche fui a la terraza a abrirla para que entrara “la fresquita”. Cierto es que en Málaga no es que necesitemos una rebequita por la noche, las temperaturas no están bajando de 23-24 grados de mínima, pero los días que sopla el levante al menos se refresca un poco el ambiente. Esa noche especialmente, era ya un poco pasada medianoche, la brisa era agradable y me quedé un rato mirando por la ventana por el mero hecho de mirar.

Justo en frente de mi portal hay un local que lleva ahí desde que tengo uso de razón. La fachada es una enorme cristalera que va de lado a lado del establecimiento y el apoyo del cristal crea una especie de gran banco donde se puede sentar bastante gente, no con mucha comodidad, a descansar.

En estas fechas veraniegas, hace ya muchos años, ese “banco” se llenaba de señoras mayores. Se formaba otra fila justo al otro lado de la acera con más señoras sentadas en asientos de playa o sillas de cocina viejas. Bueno, viejas hoy, que en aquel momento era lo más.

Comenzaban a emerger a eso de las ocho o nueve de la tarde, a la fresquita, y ahí pasaban las horas. Como comentaba el otro día hablando de los jovenes de hoy en día, sin hacer nada especial. Algunas bajaban el ganchillo o el punto, otras el periódico, alguna revista del corazón. Otras se bajaban patatas para ir pelando y guisantes para ir desgranando para la comida del día siguiente. Muchas simplemente hablaban y controlaban el barrio. Sin más.

Alguna risa, algún regañar a los niños que hacían más ruido de la cuenta, mucho cotilleo, el botijo o las botellas de agua para hidratar, mucho estar al tanto de todo lo que pasaba en la vida de todos. Lo que se dice un barrio y un vecindario. Lo que, en general, no existe hoy.

Es una de esas cosas que extraño de tiempos pasados, ese sentimiento de barrio. No culpo a nadie, seguro que yo soy uno de los principales culpables porque tampoco lo fomento, pero estaba bien eso de conocer a todos los vecinos y estar al tanto de sus vida. Para bien, y para mal. Hoy somos más individuales y no veo yo a grupos de señoras mayores sentadas a la fresquita.

Pausa veraniega

Pues sí, que un servidor también se toma un respiro. Por lo menos en lo referente a esto. No es época de ponerte a leer mucho, lo entiendo. Lo que apetece es remolonear un poco, tomar cositas frescas y tal. Si yo lo entiendo así que vamos a darle al botón de pausa unas semanas.

Aprovecho estas semanas para asentar algunos cambios por aquí que te contaré a la vuelta. Algunos planes, nada pretencioso, pero a partir del 10 de septiembre volveremos a hablar de Inteligencia Artificial, volveré a contarte mis cosas y volveré a visitarte todos los domingos en tu correo, pero de una forma diferente. Y sí, alguna sorpresa tengo ya en mente y alguna incluso medio-preparada.

Espero seguir contando contigo entonces y sobre todo espero que disfrutes muchísimo tu verano.

Un abrazo grande y, como siempre digo en Twitter, Si gustáis… nos vemos en septiembre.

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