El crimen de Tajuña y la estafa del amor

El crimen de Tajuña y la estafa del amor

El otro día, gracias el gran Emilcar, descubrí algunos de los entresijos del llamado crimen de Tajuña. Tiene un estupendo resumen en este capítulo de Están locos estos romanos, en la sección de Emilio, que te inserto a continuación por si quieres escucharla completa, cosa que te recomiendo.

Por si no te apetece escucharlo completo, te hago un resumen desde mi punto de vista y luego te incluyo algunas reflexiones

El crimen de Tajuña

No sé tú pero yo me quedo en los titulares con estos temas, si es que me quedo con algo. Que tres hermanos de avanzada edad habían aparecido medio incinerados en su propia casa un mes después de que los asesinaran y los intentaran incinerar, cosa bastante complicada en una casa. A partir de ahí, pesquisas policiales y un detenido por el crimen, que había estado provocado, según la policía, por una deuda económica. Hasta aquí sabía yo, no me interesó mucho más, hasta escuchar el podcast de Emilio.

Aunque lo escabroso y morboso de este crimen de Tajuña es el crimen, tres hermanos mayores, un señor que ya arrastraba alguna condena por malos tratos… lo interesante para mi viene mucho antes, que es en lo que se centra Emilio en su narración. Porque este asesinato no es más que el final de una serie de catastróficos acontecimientos. Veamos.

La estafa del amor

Pues si, partimos de la más que conocida estafa del amor. Del trío de hermanos asesinados, uno era varón, con algún tipo de discapacidad, al cargo de dos hermanas. Podríamos decir que eran lo que antiguamente se llamaban mocitas viejas. Ya bien entradas ambas en los 60, con sus ahorros, bien colocadas, cultas, que habían trabajado toda su vida, pero solas a excepción de amigos, vecinos de Tajuña y su hermano. Y claro, cuando ya te jubilas igual el cuerpo te pide otro tipo de compañía.

Total, que estas buenas señoras acaban en alguna red social donde encontrar pareja. O incluso una red social no específica para eso, pero con la mala fortuna de topar con un par de individuos que se hacen los enamorados de ellas. Casualmente, creo, dos hermanos también. Americanos, soldados, potentados,… un lujo.

Ellas más que contentas de sus novios de ultramar, que hablan castellano como si fueran locutores de Onda Cero o escritores en El País, y que están de muy buen ver y perdidamente enamorados de ellas. O más bien ellas de ellos.

Lo que pasa con estas cosas

Estos señores, tan potentados y solventes, tienen problemas. Les van contando incidentes que sufren y que necesitan de su pequeña ayuda económica. Una vez, otra vez, otra vez… mientras hay fondo, van escarbando. Y ellas ceden, pese a los avisos de la gente de Tajuña, que no pierden ripio de la historia.

Cada vez más dinero e historias más complicadas. Incluso uno de ellos fallece en combate lejos de su tierra y, por temas burocráticos, necesitan el dinero desde Europa para poder repatriarlo y darle la sepultura que se merece. ¿Quién se va a negar a hacer algo así por su amor, teniendo como tenían ellas ese dinero? Bueno, quien dice dinero dice un pisito que alquilaban y que malvenden para coger fondos y poder ayudar a sus chicos. Recodemos: guapos, guerreros, solventes…

Y así las cuentas van quedando a cero. Las cosas de valor van desapareciendo y, aún así, necesitan seguir ayudando a su amor, que ya sólo queda uno. Intentan pedir prestado a sus amigos con la promesa de que lo devolverán, porque es el último empujón para cobrar la impresionante herencia del príncipe nigeriano hermano fallecido y devolverán los préstamos en cuestión de días por duplicado. Nadie accede. El del banco les advierte nuevamente que pinta a estafa, hasta el cura de Tajuña se lo dice, pero ella nada. Y aquí entra el presunto asesino.

El prestamista

El presunto asesino accede a prestarles una cantidad importante de dinero, que rápidamente vuela de las cuentas de las hermanas, y la única solución que les queda es ofrecerle que viva en su casa sin tener que pagar nada. Solución temporal que no dura mucho porque al poco tiempo la convivencia se complica y tras una primera agresión grave, que lleva a la cárcel al prestamista, un tiempo después otra riña acaba con el desenlace con el que empezamos esta triste historia.

No sé tú, pero yo he tenido que escuchar a Emilio Cano para enterarme de todo esto, que me parece muchísimo más interesante, y sobre lo que creo que merece la pena reflexionar.

La soledad

Yo soy soltero y solitario acérrimo. Por decisión propia. Nunca he tenido pareja estable más que una de «juventud» y mi estado civil es el que yo quiero. Pero no ocurre lo mismo a todo el mundo. hay mucha gente cuya soledad es sobrevenida. Han perdido a su pareja, no han dado con alguien con quien congenien, un divorcio tardío que quizás dificulta con cierta edad encontrar nueva pareja… Muchas circunstancias que te pueden hacer no estar a gusto solo o sola.

El caso de estas señoras parece ser ese y alguien así es vulnerable a este tipo de estafas. A poco que reciban un poco de cariño de alguien, se vuelcan con esa persona. Se llenan de esperanza y ya se sabe que el amor es ciego. Y yo añado que además ciega. Ya te he comentado antes que estas señoras eran cultas, profesora una de ellas, no tienen porqué ser personas de perfil bajo, todo lo contrario. Los estafadores buscan gente con cierto nivel porque son los que probablemente tengan ahorros y/o propiedades que saquear, como les ocurrió a ella. No es cuestión de cultura, es cuestión de miedo a la soledad o desesperación.

Si hace unos años estos «señores del amor» eran tipos o tipas con buen pico, buen cuerpo, que dedicaban su tiempo a camelarse a su víctima y una vez limpita a por la siguiente, ahora son en muchos casos empresas. Así de fuerte. Gente que se levanta por la mañana, normalmente con estudios de psicología y asesorados por expertos, se duchan, desayunan y fichan en «TE ESTAFAMOS, S.L.» de 9 a 5. Tienen las fichas de las víctimas y pueden llevar varias a la vez, con diferentes perfiles creados, y puede que lo lleven entre varios. Todo documentado por si un día faltas, un compañero se hace cargo de tu puesto. Por la tarde viven su vida normal, sus vacaciones, su nómina…

Todo es escrito, las fotos son de stock o de modelos, no tienen ni que llamar. Cualquier puede sustituir a cualquiera y todo va a una cuenta común. Tú tienes tu sueldo, como sea, y una conciencia a prueba de bombas. Me parece terrible.

Sigue pasando

Hace muchos años recibíamos los correos del príncipe nigeriano que había muerto sin descendencia allí y con una fortuna para dar a alguien. Habían averiguado que tu eras su heredero y te pedían unos datos, y unos dineros, para realizar las gestiones y darle los millones y millones que tenía. Y ojo, que había gente que picaba.

Las estafas se han ido sofisticando, ya no es tan fácil que alguien le de dinero a un príncipe cualquiera, pero siguen por ahí. Tiran redes inmensas, de millones de correos, y unos pocos caen y con que alguno llegue a buen puerto, 2-3 acaben cayendo, lo tienen más que amortizado.

El caso de Tajuña no es más que otro de los que ocurren a diario. Desde 100 euros que le prestas a tu amor para que venga en tren a visitarte y nunca llega hasta miles y miles de euros. Todos los días hay estafas. Somos demasiado vulnerables a quien sepa manejar los hilos correctos. Este caso ha tenido el más horrible de los finales por el extremo al que ha llegado, pero a pequeño nivel ocurre a diario.

Y sobre todo, con lo que nos tenemos que quedar tú y yo, es con que cualquier de nosotros estamos expuestos a que nos ocurra. O a cualquier amigo nuestro. No hagamos como los vecinos de Tajuña de hacer oídos sordos, simplemente avisando: Denunciemos. Si ves que alguien en tu entorno está pasando por algo así denuncia a la policía o la Guardia Civil. No dejemos que esto llegue a esos extremos.

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