Plata o cookies

Plata o cookies

Creo que estaremos de acuerdo en que estamos viviendo el fin de una era. Un tiempo en el que internet era gratis. Sólo pagar la conexión y listo. Hace mucho que se dice que si algo en internet es gratis, es que tú eres el precio. Contra eso están luchando con el famoso mensaje de aceptar las Cookies que aparece al entrar en una página. Hasta hace nada tenías las opción de aceptarlas o no. Cada día veo más la opción de aceptarlas o pagar, que no es lo mismo.

Es la imagen que ilustra esta entrada y a la que me parece que nos vamos a tener que ir acostumbrando. ¿Me gusta o no? ¿Estoy de acuerdo o no? El final te sorprenderá, que dirían en algunas publicaciones. En serio, te cuento mi opinión si te interesa. Como siempre, desde mi punto de vista.

Cookies, galletitas

Por si acaso, creo que lo primero que toca es explicar qué son las cookies, o galletitas. En modo cuñado, que es como yo te explico las cosas, te diré que son unos pequeños archivos que dejan las webs que visitas, o no. Y que pueden leer otras webs, o no. En sus comienzos eran una forma de personalizar las webs, guardar claves y demás. Tu visitas una web de un periódico que te permite personalizar la portada con las secciones que te interesan y eso lo guarda en una cookie en tu ordenador. No está mal pensando. O unas claves, o como va tu pedido o cualquier información.

Obviamente eso no lo pueden guardar en sus servidores a no ser que estés registrado así que se permite ese pequeño acceso al ordenador. Pero claro, todo puede retorcerse y el problema llega con lo que se llaman cookies de seguimiento

Las cookies de Google AdSense

Ojo, pongo este ejemplo porque lo conocí de primera mano hace muchos años en una charla a la que asistí sobre Google Ads y AdSense.

Por si no lo sabéis, un alto porcentaje de la publicidad que vemos en las páginas webs viene de Google, aunque no lo veas como tal. El diseñador de una web inserta un pequeño código donde fija el tamaño y tal. Sólo un espacio en blanco para el diseñador o propietario de la página que Google usará para insertar publicidad. Tú no te tienes que preocupar de nada. A final de mes, según las visitas, los anuncios mostrados y tal, cobrarás lo que te corresponda. Al ser un código de los servidores de Google, ellos tienen acceso a sus cookies y estás pueden ser escritas y leídas por diferentes páginas, siempre a través de sus sistemas. Te cuento el ejemplo que me pusieron en esa charla.

Visitas una web de viajes en enero buscando aviones para viajar a Irlanda en agosto. Seguro que tú también has notado que, a partir de ese momento, todas las páginas que visitas se llenan de publicidad de viajes a Irlanda. Eso es fruto de las cookies. Pero el señor que nos daba la charla lo llevaba más lejos.

Durante un par de semanas te daban la turra con los viajes a Irlanda. Y podían incluso intuir si ya habías comprado el viaje para dejar de insistir o empezar a anunciarte hoteles en vez de vuelos. O sitios que visitar. Pero si no detectaban eso, quizás en mayo empezaban a machacarte de nuevo con esos anuncios, porque tú habías pensado ir en agosto y aún estás a tiempo. Y rizando el rizo, a unas semanas de tus fechas de búsqueda, te empezaban a lanzar ofertas de última hora. Y eso en cualquier página que visitaras. Esa es la fuerza de esas cookies de seguimiento.

Haciendo paquetes de personas

La fuerza de esas cookies está en poder personalizar a extremos insospechados la publicidad. Si yo emito una cuña publicitaria en televisión sobre una compañía de teléfonos, puede que esté alcanzando a millones de espectadores, pero muy pocos estará en ese momento interesados en cambiar de compañía. La fuerza de esas cookies es que quizás sólo muestre mi anuncio a unos pocos miles de navegantes, pero serán navegantes que en algún momento no muy lejano, han demostrado interés por diferentes compañías de teléfono. Estará más receptivo a lo que le diga.

Cualquier cosa funciona así. Mi mensaje será mucho más potente si lo dirijo a la gente que me interesa. Mujeres de entre 15-20 años interesadas en zapatillas deportivas, viajeras, deportistas y que visitan webs de productos de proteínas. O varones a partir de los 50 solteros, con diabetes, seguro de vida y que tengan un iPhone. Si, toda esa segmentación y muchísima más es posible. Y eso da valor a la publicidad.

Plata o cookies

Y aquí entra el dilema. Hace ya mucho que la Unión Europea nos permite decir a las web que no queremos que instalen ni usen esas cookies. Y esto es un problema. Igual no vemos menos publicidad, pero estará menos segmentada, es menos específica para ti que has dicho no que para el que ha pulsado aceptar sin pensar. Y siendo más general, es más barata y la web gana menos. Sencillo.

¿Como paliar esta pérdida de ingresos? Que tú, como usuario, la pagues. Ya vimos no hace mucho esa opción de pago que Meta ha instaurado en sus servicios y ahora muchas webs empiezan a incorporar banners como el que ilustra esta entrada. Puedes entrar si me permites hacerte el seguimiento o bien tienes que pagar por poder usar mi web un tiempo. Unas horas, unos días… cantidades pequeñas a pagar con Google Pay, tarjeta, Paypal… Ya te digo que cada día lo veo más y me parece que es el futuro. Cookies o plata. O me dejas sacarme dinero colocándote publicidad para ti o paga por tu «libertad».

¿Mi opinión? No pienso hacer ninguno de esos micropagos. Si la web me interesa y es de confianza, dejaré que me sigan como hasta ahora. Si es una web a la que llego de rebote, me marcharé por donde he venido. Sin problema. Ojo, que no veo mal lo que hacen, cada uno se tiene que buscar la forma de pagar las deudas, pero mi decisión es que no seré yo quien les ayude.

¿Y tú? ¿Has visto el banner muchas veces? ¿Has pagado o piensas pagar? Cuéntamelo en los comentarios si te apetece.

Te dejo un pequeño bonus track

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